Hace un año, el petróleo inició un rally bajista que le llevó por
primera vez desde el año 2009 a romper la barrera de 50 dólares el
barril. El descenso de más del 65% sólo fue comparable, en los últimas
décadas, con lo sucedido en 2008, aunque los motivos eran completamente
opuestos.
Si en 2008, con un petróleo en máximos históricos, la caída se desencadenó por la quiebra de Lehman Brothers y la entrada en recesión global,
la del 2014 tenía razones distintas y variadas, tanto en la oferta como
la demanda. Por un lado, los grandes demandantes de petróleo,
especialmente China, redujeron sus necesidades (la Agencia Internacional
de la Energía falló en sus previsiones de crecimiento global) en un
momento en el que la oferta se había disparado especialmente por la
aportación del petróleo de esquistos, o petróleo shale, en Canadá y en
mayor medida de Estados Unidos. Este tipo de petróleo se produce tras un
proceso químico sobre arenas bituminosas, por lo que es un proceso caro
y aunque cada vez se abaratan costes sólo es rentable cuando el precio
del barril es elevado. Aún así, su extracción masiva es una amenaza para
los grandes productores clásicos, como es Arabia Saudí.
El papel
del principal exportador de petróleo (Estados Unidos ya le ha superado
como productor) ha sido siempre en los últimos años el de amortiguador
de precios. Si había una sobreoferta, disminuía la producción para que los precios subieran y lo contrario,
si los precios eran excesivamente alto amortiguaba la subida
produciendo más. Todo ello teniendo en cuenta que su petróleo es el más
barato en extracción, unos 20 dólares el barril. Pero en 2014, Arabia
Saudí decidió no cortar producción y con ello ayudó a desplomar los
precios, siempre por encima de su umbral de beneficios pero por debajo
del petróleo de esquistos norteamericano. Con ello, busca y de momento
parece conseguir (vista la caída de licencias de extracción desde
octubre de 2014) expulsar producción norteamericana del mercado.
Cómo se ajustarán los precios tras el acuerdo con Irán
Tras llegar a mínimos a finales de 2014, el precio se ha recuperado moderadamente,
en buena parte por el acopio de producción hecho en muchos países. Pero
desde hace unos días el precio del petróleo empezó a bajar, anticipando
un hecho que se confirmó esta semana, el pacto nuclear con Irán, por el
que la República Islámica se compromete a usar estas energías para uso
pacífico. Con todo ello, se irán desbloqueando las sanciones que
limitaban, entre otras cosas, las exportaciones de productos, destacando
el petróleo.
Aunque no será inmediato, en el medio plazo veremos
una aportación adicional del petróleo iraní, un crudo que no es caro en
extracción (similar a sus vecinos del Golfo Pérsico) y que a igualdad de
condiciones del resto de exportadores, llevará a un descenso del precio del crudo.
Pero esa es la gran incógnita, si en esta ocasión Arabia Saudí si
bajara su producción para amortiguar la bajada de precio, aunque la
apuesta, especialmente por razones políticas (la gran rivalidad entre
suníes –Arabia- con chiíes –Irán-) convence a los analistas de que no
será así y que el precio volverá a la senda bajista a la espera de otros
actores.
El riesgo chino puede marcar el futuro cercano del petróleo
El gran temor o incógnita está más en el Oriente, en China. La caída brusca de la Bolsa de Shanghái en este mes de julio y la enorme burbuja inmobiliaria
está llevando a un gran temor de recesión en el gigante asiático. Una
crack bursátil en China, donde el 80% de las acciones la tienen
consumidores, muchas de ellas compradas a crédito, llevaría a una caída
brusca del consumo chino y con ello de la demanda de petróleo. China
trabaja para intentar desinflar la burbuja de modo sostenido, sin que
estalle bruscamente, pero la situación es extremadamente delicada. Si no
se consigue, si nos encontraríamos en un escenario claro de caída del
precio del petróleo que llevaría a ajustar la producción para parar la
sangría.
Queda lo último para los españoles, la cotización del euro y el dólar. Buena parte de las subidas que hemos visto en gasolina o gasoil
en estos meses se ha producido por la caída del euro frente al dólar,
la divisa en la que cotiza el petróleo y no por la moderada recuperación
del precio del crudo. Si se recupera el euro por tanto pagaremos menos y
eso es posible o al menos que se mantenga en el nivel actual del 1,10
euros el dólar. El acuerdo griego y una economía estadounidense que no
parece tan fuerte como en el arranque del año junto a los problemas de
China (la mayor poseedora de Deuda norteamericana) puede ayudar a que el
euro se fortaleza.
En definitiva, nos encontramos con un escenario variado en el que lo más probable es que paguemos menos por los combustibles,
no sólo porque Irán aporte más petróleo al mercado, también por las
mayores posibilidades de menos demanda en China y de un euro que puede
ser más fuerte que hace unos meses.
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